Entre los años de 2005 - 2006 en México se vivió una serie de
asesinatos seriales en la comunidad gay. Raúl Osiel Marroquín Reyes, mejor
conocido como “El sádico” o “el mata homosexuales” fue el perpetuador de dichos
asesinatos. El modo de operar del asesino serial y secuestrador consistía en
contactar a hombres jóvenes en cafés y centros nocturnos, principalmente en la
Zona Rosa de la Ciudad de México, en donde entablaba amistad y una vez
obteniendo la confianza de su víctima los invitaba a un hotel o a su
apartamento. En dicho lugar Marroquín Reyes interrogaba a sus acompañantes para
determinar si contaban con recursos económicos y en caso de no tenerlos eran
asesinados en seguida, en cambio los que disponían de dinero eran llevados con
engaños al departamento del inculpado, donde eran sometidos, ultrajados y
asesinados.
El
cautiverio de las víctimas duraba entre cinco y siete días en el departamento
de Marroquín Reyes que era utilizado como casa de seguridad, donde además los
secuestrados eran torturados y finalmente ahorcados con una soga hasta
privarlos de la vida. Posteriormente el detenido introducía los cuerpos dentro
de maletas negras que abandonaba en la vía pública.
Durante
el mes de diciembre, en diversos puntos de la Ciudad de México, fueron
encontradas maletas de viaje negras que contenían cadáveres de personas. El
patrón de conducta de Raúl Osiel Marroquín Reyes, se identificó con la
utilización de cinchos de plástico para sujetar las manos de sus víctimas y la
colocación de un listón rojo en el cuello, así como la sustracción de las
identificaciones de los plagiados, las cuales conservaba y portaba al momento
de su detención. Su marca personal consistía en marcar sobre la frente de sus
víctimas la figura de una estrella.
Marroquín
no llevaba a cabo dichos crímenes solo; contaba con un cómplice: Enrique
Madrid, que lo ayudaba a someter a sus víctimas y a deshacerse de los cuerpos,
este sujeto hasta el momento sigue prófugo de la justicia.
México
cuenta con una larga tradición de cultura machista, ser mujer en este país es
lo peor.
“El lenguaje popular
refleja hasta qué punto nos defendemos del exterior: el ideal de la
"hombría" consiste en no "rajarse" nunca. Los que se
"abren" son cobardes. Para nosotros, contrariamente a lo que ocurre
con otros pueblos, abrirse es una debilidad o una traición. El mexicano puede
doblarse, humillarse, "agacharse", pero no "rajarse", esto
es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad. El
"rajado" es de poco fiar, un traidor o un hombre de dudosa fidelidad,
que cuenta los secretos y es incapaz de afrontar los peligros como se debe. Las
mujeres son seres inferiores porque, al entregarse, se abren. Su inferioridad
es constitucional y radica en su sexo, en su "rajada", herida que
jamás cicatriza.” (Paz, 1998, p. 10).
Y aún más
ser homosexual, pero irónicamente la proliferación de “gays” va en aumento
desde hace unos años atrás. Todo tiende a una “moda” homosexual; ropa, música,
antros, códigos de comunicación, etc. las parejas del mismo sexo se muestran en
la calle de manera tan natural como si fueran parejas heterosexuales. Marroquín
Reyes, quizá, aunque él nunca lo afirmó, es homosexual. Aunque esta aseveración
es arriesgada hay indicios por los cuales aventurarse para ello. Para esto hay
que tener en cuenta un hecho en el historial del asesino; perteneció alguna vez
al ejército mexicano. No es una casualidad su enrolamiento, inconscientemente
pudo adherirse para estar más cerca de un grupo de hombres fuertes y, bravos.
Para esto, entiéndase el inconsciente como:
“En psicoanálisis, el inconsciente es el
concepto clave de la teoría, puesto que constituye su principal objeto de
estudio, y designa en el sentido tópico un sistema y un lugar psíquico
desconocido para la conciencia ("la otra escena")
y en el sentido dinámico al conjunto de los contenidos reprimidos que son
mantenidos al margen, apartados de la conciencia, aun cuando ellos muestren una
permanente efectividad psíquica e intensa actividad a través de mecanismos y
formaciones específicas.” (http://es.wikipedia.org/wiki/Inconsciente).
El ejército es una institución
donde se exalta la hombría, la fuerza, es una institución donde “nadie se
raja”, donde hombre es sinónimo de “macho”. La milicia no era para él, quizá
esa fue la causa de su baja; reprimidos sus deseos homosexuales abandonó el
ejército. Pero fuera de dicha institución, la sociedad no era tan diferente. Al
abdicar su rol como soldado pudo tener sentimientos encontrados ¿quién era él?
¿Tenía acaso una identidad? ¿Era hombre o tenía sentimientos de mujer? Como ya se ha dicho, sus víctimas eran hombres
con preferencias homosexuales. No se trataba de crímenes de odio, pues en
alguna ocasión Marroquín Reyes declaro perpetuar dichos crímenes en la
comunidad “gay” por ser más fácil abordar un hombre que a una mujer. El cortejo
entre homosexuales es más sencillo que un cortejo heterosexual. Por lo general
el secuestrador y asesino visitaba antros gay, pues, de esta manera le
resultaba más sencillo seducir a un hombre que a una mujer.
Es aquí donde aparece Enrique
Madrid, el cómplice del “Sádico”, que, al parecer también era homosexual y
además; exmilitar, este último solo estaba a la sombra de Marroquín Reyes.
Ambos se conocen, entablan amistad y juntos deciden abandonar la milicia en pro
de una vida nueva. Ambos quizá, tuvieron las mismas incógnitas sobre su
identidad, y, la cultura que traían detrás suyo era imposible de soslayar; si
eran hombres no se podían “rajar”, no podían ser gays, ni siquiera confesarlo
delante de ellos; cara a cara.
“Nuestras relaciones con los otros
hombres también están teñidas de recelo. Cada vez que el mexicano se confía a
un amigo o a un conocido, cada vez que se "abre", abdica. Y teme que
el desprecio del confidente siga a su entrega. Por eso la confidencia deshonra
y es tan peligrosa para el que la hace como para el que la escucha.” (Paz,
1998, p. 10).
La incursión en el crimen de
secuestro y asesinato podría obedecer a dos razones, la primera de ellas y,
quizá la principal, tiende a la necesidad económica. La segunda y es aquí donde
interviene el contexto social de la homosexualidad, bien podría ser el
desprecio por estas personas, no por su tendencia sexual, sino porque los
criminales no podían ser ellos. Ya se ha hablado acerca de la idiosincrasia del
mexicano y la formación militar que tuvieron; simplemente no les era permitido
ser parte de ellos. Ambos se encontraban en una encrucijada; no podían ser lo
uno ni lo otro. Asesinar a los homosexuales de manera tan sádica representaba
la destrucción de ellos mismos, esto, podría ser un primer alcance, más no el
principal motor de este ensayo. En algún punto de la historia de estos dos
criminales se podría entrever, sino es que evidenciar, a los personajes de la
novela de Dostoievski “Los Endemoniados”, al menos en su filosofía.
“Nuestros personajes
partidarios no son solo aquellos que matan o incendian, aquellos que disparan
la pistola al modo clásico o que muerden a sus oficiales. Ésos nos incordian,
como mucho… El maestro de escuela que se ríe con sus alumnos de Dios y de su
cuna, ése si es de los nuestros. El abogado que defiende la causa del asesino
instruido porque tiene más cultura que su víctima y para conseguir dinero se ha
visto obligado a matar, éste también es de los nuestros. Los colegiales que
asesinan a un mujik para experimentar sensaciones son de los nuestros…”
(Dostoievski, 1976, p. 56).
Así como Stavroguin no padece la vergüenza y perpetra
todos sus crímenes sin el menor remordimiento y, sobre todo; con placer, de la
misma manera se puede observar la relación que tienen el Sádico y su cómplice.
Eso que hacen, el crimen, el secuestro, el asesinato; lo hacen por placer. No
necesariamente como el personaje de Dostoievski que “estaba aburrido de la vida
hasta la estupidez”, sino solo por placer; comunión sexual entre dos hombres
que no revelan lo que son y que, sin embargo se atraen. En la novela de
Dostoievski, para reafirmar la unión del grupo criminal se lleva a cabo a
manera de ritual un asesinato en pandilla, de esa manera nadie podrá denunciar
a nadie a cerca del crimen, pues todos están expuestos, todos son culpables. De
manera semejante ocurre con el Sádico y su compañero. Sus asesinatos son una
manera de estar unidos. Sus preferencias sexuales no son aceptadas por la
sociedad, ni por su cultura, han crecido negándose a sí mismos, pero esto, el
crimen, es una experiencia comparada a la relación sexual; ninguno de ellos,
aunque la atracción sea mutua, puede permitirse ser penetrado por su compañero;
el asesinato los vincula, es el placer sexual, como no pueden mantener una
relación homosexual, ni mucho menos una relación sexual, la víctima se
convierte en el vínculo sexual que los une, ambos están comprometidos por la
sangre de sus víctimas.
La pulsión de muerte de la que habla Freud aparece en
estos dos asesinos. El mote que la prensa le dio a Marroquín no fue gratuito;
el Sádico. Y no solo por la agresividad con la cual asesinaba a los
homosexuales, sino que este mote responde a otro alcance, no solo es un apodo,
sino un comportamiento, incluso se podía decir que se trataba de un ritual
sexual por todos los componentes que incluía el asesinato; los castigos, la
humillación, el temor, la manera de asesinarlos por medio de asfixia por
ahorcamiento y, la estrella marcada en la frente de los cadáveres; era su marca
personal. Así la víctima se convertía en
el objeto sexual de la pareja asesina. El sadismo responde a un componente
agresivo de la pulsión sexual, inclinación a dominar el objeto sexual para
vencer su resistencia. Fluctúa entre la actitud meramente activa (violenta)
hacia el objeto sexual, hasta el sometimiento, infringiendo malos tratos a éste
como condición única de la satisfacción: perversión. El sadismo responde a la pulsión de crueldad
activa, quizá podría hablarse de una reminiscencia infantil que no se ha
superado, pues es también en la infancia donde se muestra la crueldad; el
sadismo, más no el masoquismo.
El Sádico y su cómplice habían desarrollado una extraña
forma de sexualidad, además de ser una conducta violenta para con la víctima,
podría hablarse de fetichismo, tomando como fetiche a los secuestrados. En
cualquiera de los dos casos la víctima se tornaba objeto de placer a manera de
comunión de dos personas que no podían definir su identidad y, a través de
ellas emancipar sus deseos sexuales y de alguna manera llevar a cabo una
relación, en la cual, como todas, tenía implicaciones, responsabilidades y deberes.
Raúl Osiel
Marroquín Reyes. Alias El Sádico, ex sargento primero, dedicado a matar homosexuales,
estuvo cuatro años y siete meses en el Ejército mexicano, uno de ellos como cadete
en la Escuela Médico Militar en Tamaulipas; después de causar baja se dedicó al
robo con violencia, por el que fue a prisión en mayo de 2004 a agosto de 2005 y
al salir decidió viajar a la Ciudad de México, donde inició sus crímenes. Dice
que jamás sufrió ningún tipo de violencia y que no es homosexual ni homo
fóbico, pero su actitud refleja lo contrario. (http://www.criminalistica.com.mx/categorias/criminologia/48-asesino-serial?format=pdf).
Bibliografía:
Paz, Octavio. (1998) El
laberinto de la soledad. México, Edit. FCE.
Dostoievski, Fiodor. (1976)
Los endemoniados. Barcelona, Edit. Bruguera.